A la hora de abordar un proyecto industrial, elegir el tipo de soldadura adecuado es clave para garantizar la calidad, la resistencia y la eficiencia del trabajo. Las dos técnicas más utilizadas son la soldadura MIG (Metal Inert Gas) y la TIG (Tungsten Inert Gas), cada una con características específicas que las hacen más o menos apropiadas según el tipo de pieza, material y exigencia del acabado.
La soldadura MIG es ideal para trabajos que requieren rapidez y productividad, como la unión de piezas metálicas gruesas o grandes estructuras. Es muy utilizada en entornos industriales con producción en serie, ya que permite automatizar procesos y reducir tiempos. Sin embargo, su acabado puede requerir un repaso posterior si se necesita una estética impecable. Es perfecta para acero al carbono y trabajos de mantenimiento donde lo importante es la funcionalidad y la resistencia.
Por otro lado, la soldadura TIG ofrece un acabado mucho más limpio y preciso. Se recomienda especialmente en piezas delicadas, materiales como acero inoxidable o aluminio, o cuando el aspecto final es relevante. Aunque el proceso es más lento y requiere mayor destreza técnica, la calidad de la unión es superior y no genera escoria ni salpicaduras, lo que minimiza el trabajo posterior. Es muy valorada en sectores donde la higiene y la presentación son prioritarios, como la industria alimentaria o farmacéutica.
En Talleres Mainsa, analizamos cada proyecto para aplicar la técnica que mejor se adapte a las necesidades del cliente. Contamos con soldadores especializados en ambos procesos y maquinaria preparada para afrontar tanto reparaciones urgentes como fabricaciones a medida. Saber cuándo utilizar MIG o TIG es parte de nuestro compromiso con la calidad, la seguridad y la eficiencia en cada trabajo industrial que realizamos.
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